Hace más de 30 años, en una calurosa tarde de verano en Lagos, Nigeria, un misionero de Wisconsin se acercó a un joven africano e invitó a participar en un concurso donde el premio era un par de calzado. Para este joven, como para muchos otros en África, la posibilidad de tener un solo par de calzado estaba más allá de sus sueños más salvajes. Ese joven se llamaba Emmanuel Ohonme.

Emmanuel “Manny” Ohonme ganó el concurso ese caluroso día de verano y obtuvo su primer par de calzado. Pero, más importante que el calzado, fueron las palabras de esperanza compartidas por este “Buen Samaritano”. El misionero no solo dio el regalo del calzado al joven, sino también el regalo del ánimo para creer en sus sueños, apuntar alto y nunca rendirse.

Ese regalo de esperanza impulsó al joven a esforzarse en desarrollar sus talentos, habilidades y confianza. Como joven adulto, transformó esas lecciones en éxito, obteniendo una beca completa de baloncesto en una universidad en Estados Unidos. Manny obtuvo sus títulos de licenciatura y maestría, y ascendía en la industria tecnológica.

Entonces, en un viaje a Nigeria, su pasión y compasión se encontraron y se transformaron en la visión de Samaritan’s Feet. Decidido a marcar la diferencia, tanto en su tierra natal como en todo el mundo, Manny y su esposa, Tracie, fundaron Samaritan’s Feet en 2003. A través de Samaritan’s Feet, Manny ahora tiene la oportunidad de continuar el legado de amor y esperanza que recibió cuando le regalaron su primer par de calzado, y de hacer una diferencia en las vidas de millones.